lunes, 19 de enero de 2009

Bolivia: Lago Titicaca y La Paz

El jueves 11 de enero, Aitor, Sarah, una Alemana que conocimos en Cuzco y yo cogimos un autobús por la noche que nos llevo a Puno, una ciudad que se encuentra a las orillas del lago Titicaca.


Llegamos el viernes por la mañana, y seguidamente nos fuimos al puerto para visitar las llamadas islas flotantes. El lago Titicaca se encuentra a 3800msnm, siendo su longitud, unos 165km, y la temperatura media del agua unos 9°C.s.

Una pequeña embarcación nos llevo como en un tour por estas islas. La primera parada fue en una isla en donde nos explicaron como se construían las islas.



Las islas están hechas de unos bloques de tierra y raíz de una planta. Las raíces junto con la tierra forman un bloque compacto que flota en el agua. Después los unen con unas cuerdas y cubren la superficie con la planta. Al principio la gente de estas islas se dedicaba a la pesca, pero ahora básicamente Viven del turismo. Te trataban de sacar dinero por todo, al final se hacia un poco pesado. Se ponían a cantar y después te pedían dinero…



Después nos dieron una vuelta en una de sus embarcaciones, hecha como de paja seca y cuerdas, y por supuesto te cobraban. Incluso por entrar en las islas te cobraban.



La verdad es que era interesante verlas, pero un tour así era un poco pesado, a todo correr de un lado para otro, pidiéndote dinero por todo, estaba todo demasiado preparado para los turistas.



Esa misma tarde nos fuimos para Copacabana, una pequeña ciudad al norte de Bolivia, también a orillas del Lago Titicaca.



En mientras buscábamos un hostel en Copacabana, conocimos a un Argentino, Juan. En unos de los hostels nos dijeron que no tenían sitio, como en todos los anteriores, pero que si queríamos nos ofrecían una casa a las afueras del pueblo, pero que era para 8, y justo entraron 3 argentinas al hostel, así que les preguntamos si se unían al grupo y alquilábamos la casa por un día.



La verdad es que mas que una casa era un chalet, bastante nuevo, y tan solo por poco mas de 2€ cada uno, así que al final nos juntamos unos cuantos en la casa.



Al día siguiente nos movimos a un hostel que literalmente daba asco. A mitad del día se quedo sin agua, hasta el día siguiente, el olorcillo del baño se podía sentir desde dos pisos mas arriba, y claro lo de ducharte olvídate.

El domingo por la mañana cogimos una pequeña embarcación para ir a la Isla del Sol, la que se encuentra bastante cerca de la orilla, pero en los superbotes que tienen, tardas una hora y media. En los botes, la mitad de la gente va en el techo, donde han atornillado unos bancos y listo.



Lo mejor de todo era ver al patrón manejar el bote, aceleraba, maniobraba y todo con el pie, un fenomeno.



Al llegar al sur de la isla hicimos una caminata de unas 4 horas, hasta la otra parte de la isla, el norte. El camino tenia unas vistas de todo el lago.


Por supuesto había que pagar por andar por el camino, en medio de ese camino, habia una mesa con un hombre, y venga a pagar por pasar, como todo en Bolivia, poco pero hay que pagar. Por la isla había ruinas que si Incas y blablabla, pero después del Machu Pichu y otros 20 sitios arqueológicos que habíamos visitado, ya valía de ver piedras.


Tras la caminata llegamos a un pueblo pequeñito y muy tranquilo.



En el pueblo había una playa, en donde la gente acampaba y bastantes cerditos andando por la playa.


El pueblo era tranquilísimo. Yo la verdad es que no se que les pasa a los bolivianos, por ejemplo en los restaurantes, les hablas y se te quedan mirando con cara de empanados, que al final les dices las cosas tres veces, porque claro como no dicen nada y te siguen mirando, piensas que no te entienden, y de repente se dan la vuelta y se van. Un día en la Isla, en uno de los precarios restaurantes que había, pedimos un sándwich, en el restaurante había como 5 personas y nosotros. Era un restaurante familiar, en el que trabajaba la mujer el marido y su hijo, luego había 3 personas en la cocina. Tardaron una hora de reloj en sacar los sándwich, parecían zombis trabajando, y los de al lado decían, "es así en toda la isla, nosotros ya ni nos acordamos cuando entramos al restaurante"

Al día siguiente, el lunes 12 de enero, Aitor, Juan el argentino, Sarah la alemana y yo nos fuimos a La Paz, por el camino de vuelta en barca, se podían ver unas vistas de las montañas increíbles, te da la sensación que estas en el mar, debido al tamaño del lago, y al ver en la orilla las montañas nevadas, se hace raro, pero estas a casi 4000msnm.


La Paz no es la capital de Bolivia pero todo el mundo piensa que lo es. Esta situada al norte, con una población de unos 2 millones de bolivianitos. La capital es Sucre, una pequeña ciudad más al sur.


Por el camino, el bus se paro a orillas del lago, nos tuvimos que bajar y cruzar en barca el lago por un paso de unos 600m de anchura.



Lo mejor era ver el autobús cruzando en una barca de madera. Que tiene que haber más autobuses en el fondo… porque vaya embarcación.



En La Paz fuimos a un hostel que se llamaba Loki, como el de Cuzco, ya que es una cadena de hostales, es un poco mas caro, 5€ el día, que no es tanto, pero allí te encuentras con mucha gente, hay un bar que siempre esta lleno, aunque es un poco gringolandia. En este hostal, me encontré con la mayoría de la gente que conocí en Cuzco.

El martes lo dedicamos por el día a ver un poco la ciudad.


La ciudad es un poco caos, llena de tráfico en donde no hay semáforos para peatones. El tendido eléctrico, mejor ni hablar.

El mismo martes fuimos a visitar un museo de la planta de coca, en donde se explicaban las propiedades que tiene, historia, conflictos... en el que decían que la hoja de coca ha sido muy beneficiosa para los sudamericanos, hasta que llegaron los europeos y la convirtieron en polvo blanco. Al final nos tomamos un tecito de hoja de coca.


Las noches las pasábamos de charla y charla con la gente del hostel. Al día siguiente contratamos un tour en bicicleta, a la llamada "carretera de la muerte". Su nombre se puede asociar a varias cosas. Una a que fue construida hace casi 75 años por los prisioneros paraguayos de la Guerra del Chaco, de los cuales muchos murieron en su peligrosa construcción, debido a sus precipicios. Otra a que en ella eran asesinados los opositores del régimen que había en Bolivia. El guía contaba que esa zona se revelo al régimen, y que en una de sus curvas, los rebeldes eran atados y tirados al vació. Quizás la razón de su nombre que más gente conoce, es que hasta que fue construida hace dos años, la nueva carretera, estaba considerada la carretera más peligrosa del mundo, con un promedio de 209 accidentes y 96 personas muertas al año.

Debido a sus curvas sin protección que terminan en precipicios de más de 500m de caída y a los conductores camicaces de autobús y coches que pasaban por ella, era la carretera que más gente moría del mundo. La bajada, que salva 3.600 metros de desnivel en 64 kilómetros de recorrido, se hace por la izquierda del camino para que los camiones cargados de frutas o madera suban pegados a la roca y, en caso de cruce, el peso no contribuya a que el terreno ceda y el vehículo caiga al vacío. Los vehículos que suben, tienen preferencia.


La compañía con la que reservamos el tour parecía bastante seria, con bicicletas de descenso, con doble suspensión, frenos de disco hidráulicos, y un completo equipo de casco, gafas, guantes, ropa de agua etc.


El descenso era en dos tramos de unos 30km cada uno, el primero por asfalto, desde los 4700msnm hasta los 3000m y el segundo por la carretera de la muerte, por gravilla, hasta los 1200msnm. En total, unos 60km y mas de 3500m de descenso.


En la furgoneta que nos subió, había 2 mujeres canadienses, nosotros dos, el conductor y dos guías, uno para las canadienses y otro para nosotros. Lo mejor era la bicicleta de uno de los guías, sin freno delantero ni suspensión.


La verdad es que la bajada no era peligrosa, es decir el camino de gravilla estaba bastante bien, solo nos cruzamos dos coches...


El único cuidado que tenias que tener era en las curvas a derechas, ya que en la parte exterior estaba el precipicio, y no había protecciones, y como te salieses, te matabas seguro. El guía contaba como se habían matado unos cuantos en bicicleta, de los cuales algunos nunca se han encontrado, debido a lo escarpado que es el terreno, así como la cantidad de víboras que hay. En el fondo del valle se podría hacer un desguace con la cantidad de vehículos que se supone que hay.


Una vez abajo nos hicimos todos una foto y terminamos el tour en un hotel cercano almorzando y dándonos un baño en la piscina.


El jueves por la mañana salimos un grupo del hostel a ver un mercado. Se suponía que era el mas grande de la ciudad, y se celebraba los jueves y domingos.


El mercado era enorme, era un barrio entero, y en cada calle una sección diferente, ropa, ferretería, música...

Ese mismo día por la tarde fuimos a ver una cárcel con dos chicas canadiense del hostel. La cárcel se encuentra todavía funcionando, en ella hay unos 1500 presos, los cuales pueden convivir de día con sus famitas. Solo hay presos de delitos menores, como por tráfico de drogas, robos y políticos. La cárcel se encuentra en centro de la ciudad, es como una especie de pueblo, llena de patios, rodeados de celdas.


Cada preso tiene que comprar su propia celda, las hay de todos los precios desde unos 200$ por la peor. Cada preso la utiliza hasta que se vaya, y luego la vende.

Al llegar allí y pagar unos 28€ por verla, nos asignaron 2 guías, uno en castellano y otro en ingles, y otros 2 hombres mas, de metro y medio por seguridad. Tanto los guías como los "guardaespaldas" eran presos.

En la cárcel cada preso se dedicaba a algo, había talleres de artesanía, tiendas, restaurantes.

La cárcel estaba llena de niños, ya que ahora están en vacaciones de verano.


En los patios tenían como una especie de piscina pequeña, llena de agua y porquería, que utilizaban para meter a los presos que llegaban tarde a la llamada de las 7 de la mañana.


La cocina era un recinto pequeñísimo, para cocinar para 1500 personas. Simplemente había como una docena de ollas y una pila para lavarlas. Allí servían el desayuno y la comida, la cena por cuenta propia. La verdad es que no se como estaría la comida, pero viendo el sitio... Por supuesto, la gente de mas dinero comía en los restaurantes.


La cárcel era como un intermedio entre estar libre y preso, ya que la gente tenía relativamente bastante libertad. Lo que no me parece bien es el negocio que tienen montado a cuenta de los turistas. El día que fuimos nosotros, éramos como el numero 97, que ese día habían visitado la cárcel como turistas, pagando 250 bolivianos, lo que supone 250.000 bolivianos, unos 2800€ al día. A un preso que trabaje como policía en la prisión le pagan 150 bolivianos al mes. Luego te están venga contar que si el dinero es para ayudar a la cárcel y las familias y bla bla bla, y después ves como se cae a pedazos y viven entre mierda. Y lo que me parece menos justo es que los presos tengan que aguantar todos los días a docenas de turistas mirándoles y haciéndoles fotos, como si fuesen monos, y claro los guías te dicen que hagas fotos, que no te preocupes, que nadie se te va a acercar ni decir nada... con el negocio que tienen montado, tienen a todos los presos bien calladitos y enseñados a no molestar.

Esa misma noche, ya que era la ultima de Aitor, salimos a dar una vuelta, previamente tomamos unas cervezas en el hostel, la verdad que por allí el ambiente era bastante bueno.


El viernes lo dedicamos de compras por las calles de la parte vieja en donde hay más artesanía, ropa típica y demás. Por esta zona se encuentra el mercado de las brujas, en donde puedes encontrar todo tipo de artículos de brujería. Era curioso ver fetos de alpaca. Dicen que cuando se construye una casa, da buena suerte el colocar un feto de alpaca en cada esquina.


Y el viernes 16, por la tarde, Aitor se marcho camino a Vitoria, y yo me quedo por aquí, una temporadita mas.

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